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Historias de Rock con el 8: Saliva

Mi cerebro funciona con miles de conexiones tirando chispazos sin control. Básicamente, como una nebulosa de los confines del universo, o como una tormenta de rayos en Júpiter. Ejemplo: el mes pasado hablamos de Nu Nation. Si pienso en Paris Lakryma, lo primero que veo es un doble bombo a velocidad de ametralladora, pero de fondo oigo el Let me go, de Nu Nation. Cuando pienso en mi amable anfitrión Santi Pekeño Ternasko, pienso en Boni berreando las primeras estrofas de Acción directa. Hoy voy a hacer doblete con una de mis bandas: Saliva. Cada vez que pienso en mi colega Marcelito, me viene a la cabeza Back in the day I dedicated my life to becoming a big rock & roll star, del Bait & Switch de los Saliva. Siempre es buen momento para acordarse de los coleguis, bastante mierdoso es este mundo ya, pero siempre es un momento cojonudo para escuchar Saliva. En serio. Siempre, joder.

Por Teodoro Balmaseda
La parada del mes: Saliva. Revelation. 2023.

Aunque los han encasquetado en esa amplia etiqueta de «metal alternativo», yo siempre he visto a Saliva como una suerte de hard rock… hasta el cisma. Allá por 2012, Bobby Amaru sustituyó a Josey Scott en la voz, lo que ha ido poco a poco calando en la deriva de la banda buscando otros pastos más verdes, hasta tal punto que ha habido dos Salivas circulando a la par. Scott seguía tocando lo que compuso en su estancia en Saliva con su nueva banda mientras el grueso de Saliva proseguía camino con un huracán de cambios en la formación. Habían tenido a Tosha Jones, que es una fiera, y ahora han incorporado a Sammi Jo Bishop, que a Marcelo lo tiene loco. Yo ni machista ni feminista, pero es que las mujeres no generan… es que una woman drummer no le pega igual… suena así como flojete… Mis cojones fotocopiados en blanco y negro. Estas cabronas hacen magia.

Teniendo como referente el Survival of the sickest, aquí hay un giro, un volantazo con vuelta de tonel (sí, llevas toda la vida diciéndolo mal, son vueltas de tonel, no de campana) hacia el nu metal, el rapcore o yo qué cojones sé… el mola metal.

Come back stronger. Esta es el eje de todo el rollo. El guitarrista Wayne Swinny, miembro fundador, fallecía este año, y esta canción ha servido de improvisado homenaje, ya que falleció cinco días después de grabarse el videoclip. Dadas las circunstancias, el título resulta siniestramente premonitorio. Lo que me imagino que sería una especie de auto-homenaje, de volver más fuertes después de tanto cambio en la formación y tanta tormenta interna se ha convertido en una especie de epitafio. En cuanto a lo estrictamente musical, siguen teniendo esa sala de maquinas hard rock en composiciones que, ahora sí, suenan a nu metal, a metal alternativo. Qué pasada de batería, cómo hace piruetas la guitarra, y cómo suena la «nueva» voz.

Die before you fly ralentiza un poco más el tempo para lucir a Sammi Jo Bishop. Esto ya suena a los nuevos Saliva, esqueleto de nu metal, músculos de hard rock, pero, en este caso, con reminiscencias a Staind. Tiene cierto poso grunge, aunque con diez toneladas más de distorsión, mucho más tralleros.

Crows tiene un poco Rob Zombie, Skillet… muy Skillet en realidad, tipo Monster, pero con el tempo más lento. Derivan un poco a Linkin Park en las estrofas, aunque no renuncian a esas venas llenas de hard rock.

¿Soy el único que ve una sombra de T.A.T.U. en High on me? All the things she said, de las rusas. Vale, que se pasa el tiempo y a estas dos se las tragó, que tienen más rollos de prensa amarilla que producción musical, pero cuando salió era el bombazo momentáneo, era imposible ver un programa de rock y heavy de más de una hora que no pusiera la cancioncita.

How to be human tiene un poso Depeche Mode, pero en heavy. Creo que es el rollo que le ponen a la sala de máquinas, sobre todo a las baterías, al principio de la canción. Estoy pensando en I don’t care, de la que ya hablé en la historia de rock con el 8 de Probot.

Una de las joyas del disco es How to live. Un pepinazo mortal, esa batería es una apisonadora, que se fusiona con las guitarra rítmica y el bajo, decorada con un leve punteo, para convertirse en una trituradora de tímpanos. Suena un poco a Korn, a P.O.D… pues es verdad que tiene algo de rapcore…
No me hagas ni puto caso. Escucha el disco y saca tus conclusiones. Me da igual que estés de camino al curro o pasando la escoba: va a ser el escobazo más heavy de todos los tiempos.

Mientras escucho esto y pienso en Marcelo, me viene a la cabeza un podcast de filosofía que suelo escuchar, y que suelo repetir en estas líneas como un loro. Hablaban del tiempo, que si su avance es lineal o es en bucle, que si cuando hablamos de tiempo nos referimos al tiempo en sí o es nuestra percepción del tiempo —dijo Einstein: tres segundos con la mano sobre un radiador que quema se hacen largos, una tarde con alguien que te gusta pasa en un instante—…

Como siempre que hablo de estos temas, sólo sé que no sé nada, y ni siquiera estoy seguro de esto. No puedo concebir el tiempo como idea, no puedo imaginar la propia relatividad, ni un universo fuera del tiempo… lo concibo como los antiguos griegos con las moiras, una toma el hilo, otra lo trenza y la tercera pone la tijera estimando la longitud que fija el destino. El tiempo es indisponible e irreversible. El tiempo no nos sirve, ni lo podemos dar, ni aprovechar, ni malgastar, lo que contradice la mitad de conceptos que tengo en la cabeza. El «ahora» inmediato que has dedicado a leer esta línea, acaba de irse y no volverá, y ese instante no era tuyo, ni mío. Ni siquiera era, sólo pasó.

Por demostrar que una banda no tiene límites cuando hablamos de creatividad, que las etiquetas son una ilusión, por poner banda sonora dentro de mi coco a Marcelito, una de las más bellas personas que conozco y por servirme de excusa para poder mandarle un abrazo lleno de fuerza él bien sabe por qué:

Saliva. Revelation.

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