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Historias de Rock con el 8: Days Spent

Que dice mi amigo Santi Pekeño Ternasko que si pongo discos nuevos, mejor. Este no tiene mes y medio. Days Spent es algo así como días invertidos, días dedicados (a algo)… mejor que días gastados, que sería Days wasted, o eso entiendo yo. Palabras proféticas que me vienen al pelo para una banda que he descubierto en un anuncio, por casualidad.

Voy a tirarme el pisto de ser el descubridor de la banda, y ahora viene cuando todo el mundo menos yo la conoce.

Por Teodoro Balmaseda

Para quien haya aguantado algún que otro mes mis majaderías, ya sabrá que no soy músico, ni periodista, ni sexador de pollos… yo era el inútil que en clase de música le dejaban las picas y la cagaba por no prestar atención. El caso es que Days Spent, días gastados, días invertidos, simboliza la inversión que hacemos los que tenemos inquietudes artísticas. Esa inversión a veces es dineraria, pero otras muchas veces invertimos nuestros mayores tesoros: el tiempo y la energía. Voy a explicar lo que —por lo menos hasta el momento— es mi experiencia literaria. ¿Has oído aquello de «siempre hay alguien más jodido que tú»? Verás qué risas.

El guitarreo machacón, a lo Disturbed, de Remain, es el ruido de fondo perfecto para imaginar cómo un folio guarro, lleno de numeritos y de flechas que van de un sitio a otro, como si fuera el mapa del tesoro, se ha convertido en 250 paginas narrando una historia relativamente estructurada, con el viaje de los personajes, con sus personalidades bien definidas —sobre todo los protagonistas—… han sido meses, cuando no años, de sudar o quedarte con los mocos congelados delante de la pantalla o del cuaderno; de perder horas de sueño, ir a currar con medio cerebro o descuidar relaciones más de lo debido porque sólo estás pensando en cómo pulir la puñetera historia. Pero ya lo tienes: un montoncito de folios con una espiral y tu nombre en la portada.

Best wisheses lo que me enamoro de esta banda. Una sala de tatuaje vacía, llega la banda y tienes un videoclip chulísimo en un momentito. Ese guitarreo pesado, a lo Dimebag Darrell, de Pantera, es un acompañamiento ideal de la travesía por el desierto que te vas a encontrar una vez decidas que ese montón de palabras tiene que ser descubierto por el mundo. Hay tres modalidades de publicar: edición tradicional (tú pones tu obra y tu talento y la editorial hace la parte mercantil: imprime, promociona…); coedición (el mismo esquema que la tradicional, pero los gastos van al 50% entre autor y editor) y autoedición (a veces ni necesitas editorial. Tú pagas todo, y punto.). Si tienen algo de fe en ti, vas a ganar el 10%. Si tu libro se vende en quince euros, quítale el IVA y echa cuentas de la millonada que te llevas cada vez que alguien te pide que se lo dediques. Si te ofrecen más, el 20% o el 30%, es obvio que no tienen ninguna fe en que vas a vender más de cien libros, o bien han pasado de hacer la más mínima publicidad, han embarcado unos cuantos libros en una caja y te han dejado completamente a tu suerte.

Jade’s song, con ese rollo S.A., pone banda sonora al desgaste de suela venidero. Por lo menos en mi experiencia, y en la experiencia de gente cercana, la clave son las pretensiones y la relación esfuerzo-recompensa. Mi primera experiencia editorial fue con un librero que quiso dar el salto «porque con los libros se gana mucho dinero». Y allí salió el burro motivado. En vez de hacer una infraestructura sólida, marketing, corrección, maquetación, promoción… se llenaron de autores.Teníamos a dos mataos en sala de máquina, que no tenían ni idea de ningún proceso inherente a la edición, y cuatrocientos autores que habían formado una algazara insoportable en el grupo de WhatsApp. Las cuentas estaban claras: cuatrocientos autores por cien libros que venda cada autor y el setenta por ciento de cada libro que me llevo yo es igual a ¡negociazo! Como te podrás imaginar, el resultado fue muy diferente. Se metieron en una embolada, unas imprentas que valían una millonada, un pabellón tremendo… pero las fallas eran insalvables. Las portadas, las impresiones, eran una cochambre, el papel era de malísima calidad, sin promoción ni planes de nada… en un par de meses, arruinados. Yo tuve la suerte de librar gastos, pero muchos de mis compañeros cobraron los derechos de autor en ilusión.

El inicio garajero de Memorial pone banda sonora al epilogo de mi viaje. Cuando la editorial quebró —ni siquiera sé si quebró, simplemente desaparecieron del mapa—, recuperé los derechos del libro y traté de seguir adelante. Un guitarrista, un batería, pueden hacer solos a todo trapo con su instrumento en llamas, aunque sea en la plaza de tu barrio. Un pintor, un escultor, puede montar exposiciones de su obra… yo, ¿qué hago? ¿un solo de boli?  He estado dejándome los cuernos, buscando una editorial seria que tenga las ideas claras, pero cada vez es más obvio que esto es un negocio endogámico donde Sonso y su cultura del esfuerzo se meten al bote un milloncejo, donde todos los presentadores de telediarios que te imagines han escrito libros premiados, y donde a los demás no es que no nos lean, es que nos avisan que, sin padrinos, no te bautizas. Como, a pesar de todo, sigo teniendo fe en los milagros, la editorial Atrapasueños se ha hecho cargo de Candelarias de la Virgen, una novela con la que gané el I Premio LaFec Euskadi de narrativa. El tiempo dirá si ha merecido la pena, pero si es cierto que, aunque dure un segundo, tengo mariposas en el estómago cada vez que veo mis letras entre las manos.

Por descubrirme nuevas bandas y poner verbo a la inversión que hago casi cada día desde hace años en crear algo bueno:

Days Spent. Grieve/Thrieve.

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