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Historias de Rock con el 8: Nu-Nation

Vaya descanso veraniego nos hemos pegado entre mi maño favorito, Santi Pekeño Ternasko, y mi mismísimo menda, pero la producción no lo es todo. El odio es revolucionario. A veces necesitamos bajar un poco el ritmo para aburrirnos y que el cerebro saque ideas nuevas. Eso sí, ahora que Santi se ha puesto su mochilita, los rotuladores nuevos y el boli de los Power Rangers, vamos a empezar el curso con metralla de la que me mola: nu metal por un tubo.

Por Teodoro Balmaseda
La parada del mes: NU NATION. Wake up. 2013.

«El ocio es revolucionario» es una de las mejores frases que nos ha dado el siglo XXI. Es duro de asimilar, pero no hay nadie al volante. Caer en una vorágine de rendimiento continuo, de trabajar a más ritmo hasta en momentos de ocio, de no descansar jamás… va en nuestro perjuicio. Tenemos que cuidarnos y que descansar lo que nos pida el cuerpo porque nadie nos va a devolver ni un gramo de la salud perdida.

El caso es que estaba en uno de esos ratos de ocio, inmerso en mis pensamientos mientras las historias de Facebook pasaban delante de mis ojos sin que les hiciera mucho caso. En un momento dado, una historia de Paris Lakryma —una batería de cagarse, sus bandas One Second Faith y Rabia Pérez son teta de novicia— tenía de fondo una música que no conocía pero que me encantó.

Nu-Nation es una banda de San Petersburgo —meh, Leningrado—, en Rusia, que parece estar inactiva y haber tenido un periodo de actividad relativamente breve, en la que dieron un disquito y un single. Empecemos por el final. Let me go es un misil nu metal directo a mi doliente corazón. Tiene esas guitarras entre las estrofas de In the end, de Linkin Park y You thof the nation, de P.O.D., pero, en cuanto entran las baterías, pienso en Boiler, de Limp Bizkit y, cuando estallan los estribillos, me suena a New Years’ Day, los de This is my brutality, la canción de Rhea Ripley. En el último tercio dan ganas de romperse la espalda y dejar volar las rastas. Que me gusta poco, ¿no?

Vamos al turrón, al disquito en sí. Abre fuego Of the same blood, a medio camino entre los timbales de El día de la bestia, de Def con Dos, y Bloody Roots, de los Sepultura (aunque la versión de mis coleguis los Knibal no les quita bocado). Las guitarras se han convertido en una especie de broca maníaca, desfilando debajo de los guturales. Esto levanta a un muerto. Pura energía.

Wake up seguramente estuviera pensada para ser el buque insignia, no sólo del disco, sino ser la tarjeta de presentación de la banda. Guitarras pesadas, muy pesadas, pero con un toquecito industrial, y una locura de tres pares de cojones en sala de máquinas. ¿Seguro que hay un solo baterista? Me recuerda a Sulfer en los puentes, pero son puro metal, mitad Cavalera, mitad P.O.D., pero con el cifostio percusivo de los Slipknot.

Utopia empieza con bongos y desemboca en un guitarreo casi industrial, con esa aportación que hacen los teclados en Rammstein, pero con el riff de Refuse/Resist. En serio, esto es canela. La vida libre tiene una agradable sorpresa. Como soy un poco mastuerzo, las bandas que hablan en otro idioma sólo tienen dos entradas en mi cerebro: cantar adu,adu y cabecear como un miura, o tratar de concentrarme en distinguir algo de la letra —que no es poco—. Pues de repente aparece un tu piuta madrue debajo de un ritmo entre Deftones y Molotov y con el espíritu del Te quiero, puta, de Rammstein, que casi me hace atragantarme. Hay expresiones que nos hacen humanos, como el ¿Qué paisa, tíos? De Joey Ramone en el Loco Live. Conexión inmediata.

Creo sinceramente que el futuro de las bandas pasan por sacar trabajos de cinco o seis temas cada año o año y medio, en lugar de discos de doce temas cada lustro, y mi juicio puede verse un poco alterado, porque de la sexta canción en adelante las disfruto igual, pero no tengo ese factor sorpresa, empiezo a enlazar con las primeras canciones del disco, y pierdo definición en los colores. Aún así, que no te engañen mis palabras, esto es lo mejor que te va a pasar hoy por los oídos.

El caso es que, al terminar el disco, cuando se queda todo en silencio, tengo sentimientos encontrados: me siento muy cazurro por no haber sabido ni palabra de esta banda hasta hoy, también estoy alegre, porque si los he podido conocer después de que hayan dejado de tocar juntos, hay esperanza para todos los artistas del mundo, pero, por encima de todo, estoy triste. Será la insoportable levedad del ser, saber de todo tiene un principio y se dirige a toda velocidad al final, que se nos escapa como agua entre los dedos…

Por descubrir un mundo nuevo en un rinconcito perdido de bandcamp, por reivindicar el metal ruso y por mover mi anquilosado corazón al ritmo de guitarras infernales:

NU NATION. Wake up.

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