Saltar al contenido

Historias de Rock con el 8: Linkin Park

El mes pasado descubrí  la doble historia con el 8, es decir, comentar un disco mientras hablo —sin saber o casi— de algún tema. Seguramente sea flor de un día, o de dos, porque este mes también tengo un temita que me está quemando el culo. O lo digo o reviento.

Tenemos música, sentimiento de pertenencia, capitalismo versus arte…todo hecho un batiburrillo, lo que viene siendo mi estilo.

Por Teodoro Balmaseda
La parada del mes: Linkin Park. Papercuts. 2024.

Cuando digo Linkin Park, un pequeño latigazo de culpa me pasa por la mente. No es que sea Joaquín Luqui, pero se supone que algo hablo, y que tengo algo de responsabilidad por lo que tecleo. Siempre soy magnánimo con los discos que destripo, procuro poner el foco en las virtudes y no en los defectos y, si llegáramos a un punto de no retorno, ese «joder, esto es una ful», que aún no me ha pasado, me imagino que pondría cara de bueno y no escribiría una letra. Claro, eso pasa con las bandas «pequeñas», «emergentes», o cualquier eufemismo que se quiera emplear para formaciones que no llenan estadios, pero con las bandas «grandes», «emergidas» … de MetallicA para arriba… ¡ay, colegui! Ahí se da leña sin piedad.

Es cierto que el último disco de estudio de Linkin Park, donde jugaban con los estilos, saltando al rap, a una especie de techno metal dubstep… sepa Dios, o sepa Lemmy Killmister lo que era, pues a mí, como a media humanidad, me chirrió. Recuerdo una entrevista con Chester donde le preguntaban cómo reaccionaría si le dijeran que el disco era una mierda, y respondió que te daría un puñetazo en los morros… si hubiera sabido el efecto que tenía en su psicología, muy a gusto me hubiera metido la lengua en el mismísimo ojete.

Crawling es apostar sobre seguro. Con una portada que convierte el símbolo de la banda en la bat-señal, la voz de Chester parece cruzar otras dimensiones sin plasmación física.

Esto tiene un componente de nostalgia importante. Mientras tiro unas líneas más, he pasado de 39 a 20 años, con el pelo hasta más debajo de los hombros, tapándome media cara —ya no está, pero sigo haciendo el mismo gesto cuando me puede la timidez. Faint será seguramente una de las mejores que han dado. Me gustan los Linkin leñeros, que estoy harto de baladas metaleras. Numb, Papercut, Breakingthehabit, In the end…estamos todo el rato con una de cal y una de arena: una famosa, otra más desconocida, una inmortal, otra del comienzo de la banda, o que no ha funcionado tan bien.

Aquí viene la parte que no me acaba de convencer. Está cojonudo homenajear a Chester, es innegable su talento, su aportación a la música y al metal. Joder, cuando este tío grita, se hace el silencio. Mira Bleed it out. Su parte se come todo, bajo, guitarra, batería… es como si todos lo mirasen, haciendo un símil balompédico, es el Alan Shearer que lo mete todo, que tiene a todo el equipo jugar para él. Lo que digo, cojonudo el homenaje, pero, ¿hasta qué punto es homenaje y hasta qué punto es vivir de las rentas?

Somewhere I belong. De las primeras que les escuché. Me gustan más las leñeras, pero el estribillo está guay, para ser un medio tempo.

La clave es que Linkin Park monta un concierto de homenaje a Chester donde llaman a todos los vocalistas del metal —faltaron Max Cavalera y Ozzy, los demás, creo que todos— para tocar el set list más popular. Igual me paso de insidioso, pero me huele raro. Puede ser un homenaje maravilloso, pero puede funcionar como casting encubierto, donde vimos, uno tras otro, hacer el ridículo.

Waiting for the end, Castle of glass, One more light… tenemos  hasta el valle del disco. Y recupera un poco en Burn it down. Estamos en la parte experimental de los Linkin, con mucho porcentaje electrónico en la mezcla que burbujea en la marmita.

A ver, me explico, no es que fueran malos vocalistas, pero todos los vocalistas no valen para todas las bandas. Hetfield no podría cantar en Linkin Park, Chester no podría cantar en Rammstein, o Lindemann no podría cantar en The Darkness. No es bueno o malo, es cuestión de adaptación, de terreno.

La siguiente noticia que he tenido de la banda, aparte del disco, es un breve directo donde tienen un invitado sorpresa que va a hacer las partes de Chester, tan bien o mejor que las originales: el público. Joder, ¿en serio? A ver, que soy el primero que las berrea, o que cabecea como Newsted espantando a una abeja, pero, no sé, huele un poco a desesperación. Esta banda quiere seguir adelante con un nuevo vocalista y no sabe cómo.

Llámame raro, pero la clave de una banda es la gente. Una banda tiene que representar a todos y cada uno de los miembros y, cuando tienes un elemento tan diferencial como era Chester, a lo mejor es el momento de hacer otra banda desde cero y dejar Linkin Park en lo que es, uno de los puntales del nu metal que me voló la cabeza de cachorrito. No es mi banda favorita, pero su influencia en bandas que me encantan es innegable. El problema de esto no es sólo porque sea Chester, sino que el arte queda a un lado y suenan las calculadoras, como Axl tocando con AC/DC. No jodamos.

Entiendo que a veces hay cambios de formación, por lo que sea, pero convertir la banda en un sacacuartos, terminar vendiendo los vasos de cerveza oficiales de la gira, los calzoncillos/bragas/tangas oficiales con el logo de la banda en la zona comprometida, hacerse el tatuaje oficial, como reses marcadas a fuego… no lo sé, demasiado capitalista para mi gusto.

Por demostrar lo hipócrita que soy, que mientras escribo estoy berreando New divide, por darme un enlace a mis 18-20 años, y por demostrar que el éxito puede ser una condena, una especie de castigo de Sísifo:  

Linkin Park. Papercuts.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.