Hay grupos que van más allá de su música y se convierten en personajes de la cultura popular y, por ende, en embajadores. Personajes arquetípicos de colgado, como se parodiaba a sí mismo Ozzy Ozbourne, de tipo duro que no hay whisky que lo tumbe, como Lemmy…
Los protagonistas de hoy se convirtieron en embajadores alemanes. No con un cargo político, sino representando la cultura y el idioma germano mientras tratan de sortear la losa impenitente de la reciente historia teutona.
La parada del mes: Rammstein. Mutter. Año2001.
Casi siempre se cumple aquello de que la inspiración suele visitarlo a uno cuando está ocioso (aquel dicho: que las musas te pillen trabajando), y estaba yo viendo la mtv, o la vh1… no recuerdo. El caso es que tres mendas se bajan de un bus de esos para presos que salen en las pelis americanas. El primero es la versión occidental de Yao Min, el segundo parece de los MötleyCrue y el tercero tiene unos brazos como un lomo plateado, si te arrea una hostia te viste de torero. De fondo suenan unas cuantas voces coreando rítmicamente ichwill (leído ishbfill). Se añaden unos tonos parecidos a los de un teléfono ocupado, diez golpes de caja y… ¡Pam! Bienvenidos al metal industrial. Guitarras “encajonadas”, batería monolítica y un bajo que refuerza la voz en las estrofas, y qué voz. Es como mezclar a Beethoven con Black Sabbath.
Un segundo antes de convertirme en Beavies, me quedé con el nombre, y al día siguiente estaba en casa de un colega investigando. Resulta que son seis alemanes de la RDA, uno de ellos (el de los brazos) ha sido nadador olímpico y todos cuentan con años de experiencia en pequeñas bandas punk.
Primer estigma. ¿Son nazis? Claro, tienen la desfachatez de cantar en su idioma nativo, y todos sabemos que si hablas alemán eres nazi, igual que si hablas castellano eres nacional catolicista y si lo tuyo es el “inglis” es porque te tocas pensando en la Thatcher o en Trump. Hasta donde yo sé, sus ideas políticas no son unánimes entre los seis y se las guardan para la intimidad, pero sí es cierto que han dicho en reiteradas ocasiones odiar a los nazis y que Oliver Riedel, el bajista, ha participado en manifestaciones contra la pena de muerte.
Siguiente parada. Pero ¿son gays? No era la primera vez que salían imágenes de ellos tocando casi en bolas (célebre es la foto de Till Lindemann, el cantante y ex nadador, vestido sólo con un poco de cinta americana), o dándose morreos entre ellos. Hasta donde he podido saber, y realmente me la trae floja si son o dejan de ser, la mayoría tiene hijos y todos están o han estado casados, así que o es una tapadera múltiple…
Otra muy sonada. ¿son satánicos? Esta sí que me deja perplejo. Tienen una canción que dice Gottweiβichwillkein Engel sein, que es algo así como Dios sabe que no quiero ser un ángel, y han hablado muchas veces de su ateísmo arraigado, pero de ahí a hacer misas negras…
De todo esto tiene buena parte de culpa la prensa. La generalista por lo menos hasta donde yo sé no les ha hecho nunca ni caso, pero la que se supone especializada siempre abría con el mismo rollo. Rammstein, una bomba de relojería alemana; Rammstein, bronca alemana; Rammstein, fuego alemán… y yo me pregunto, si vienen estos seis teutones a Zaragoza y se comen un caramelo del Pilar, ¿cómo sería el titular? ¿Rammstein, adoquines alemanes?
El caso, que me disperso, es que nunca en mi vida había oído nada parecido. Tenían una fama más que contrastada, en Alemania eran capaces de llenar estadios, habían girado por todo Estados Unidos teloneando nada menos que a Kiss y el espectáculo que brindaban después de Sensucht, que se puede disfrutar en Live ausBerlin, arrasaba por allá por donde pasaban, pero Mutter…Mutter fue tal pelotazo que los puso en el mapa a nivel mundial. Ya no eran una gran banda alemana, ahora eran exponentes de la evolución del rock y el metal (los amalgamaron en el nü-metal con Korn y compañía) y adalides de su futuro.
Me enamoré tan perdidamente de su música que me decidí a estudiar alemán, idioma que orgullosamente… chapurreo como un niño de tres o cuatro años.Estamos hablando de un disco atemporal. Creo que diecisiete años es un tiempo más que razonable para saber si un trabajo aguanta bien o no el paso del tiempo, y es innegable que por muy impíos que queramos ser, Mutter tiene por lo menos tres obras maestras: Sonne, Ichwill y Links 234, sin contar con Adiós y Mein Hertz brennt, que no tenían tanto foco cuando las sacaron y sin embargo cuanto más las oigo ahora, más me gustan.
Sintetizaron al máximo sus principios, la batería cuadriculada, casi marcial, las guitarras contenidas dentro del ritmo, y las estrofas con batería bajo y voz en muchas ocasiones. Una puesta visual muy teatrera, con el telón de fondo de Goethe y una fuerza tremenda en directo. Yo los vi en el BEC de Barakaldo y es cierto. Se crea una especie de conexión entre la banda y el público, directamente al hemisferio derecho, al cerebro reptiliano, que hace que cada voz y cada garganta avance al unísono.
Por haberme mostrado una nueva manera de hacer música y abrirme las puertas a una cultura que me resultaba extraña y en cierta manera hostil, desde el idioma a Goethe, Mutter, de los alemanes, porque son alemanes, pero muy alemanes y mucho alemanes, Rammstein.