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Historias de Rock con el 8: Reincidentes

Me encanta esa frase de cuñado que se ha adjudicado a Winston Churchill: «a medida que cumples años, te haces más conservador». «Yo también era heavy/punky, pero con el paso del tiempo…». Cuando me he levantado esta mañana, el puñetero calendario marca 2023 me he encontrado metafísicamente con mi propia versión a los 16 años. Me he mirado de arriba abajo (vale, si lo sé no me corto el pelo), y he pensado que no me he movido ni un pasito del renque. Vale, he aprendido algunas cosas, y he olvidado miles más, tengo más canas, más cicatrices… pero, con matices sigo pensando exactamente lo mismo.

Por Teodoro Balmaseda
La parada del mes: Reincidentes. Algazara. 1998.

Reincidentes es una de esas bandas que se supone que empiezas a dejar en esa deriva neofascista que se supone que traen los años. Son cuatro mendas liderados —en un sentido no jerárquico— por un tal Fernando Madina, un licenciado en historia que toca el bajo, canta y compone buena parte de las letras tan combativas. Joder, cuando a los 16 lo escuchaba me di cuenta que la poesía era una puerta cerrada para mí. Qué envidia me dais, raperos y cantautores, letristas en general, que podéis plasmar en 20 líneas lo que a mí me lleva una novela entera.


El caso es que cada puñetera canción me abría un mundo nuevo, un tema del que segurísimo que no tenía ni puta idea. Ese disco era una especie de libro de geografía e historia entre guitarrazos. Por desgracia, el presente ha venido a atropellarme y, si pienso en mi versión dentro de otros veinticinco años —esté aquí o no—, tengo que decir un par de cosas.


El estado de Israel no es el pueblo judío. El pueblo judío no es una masa humana concentrada como un rayo láser en un único pensamiento. Los propios judíos tienen un refrán «tres judíos, cuatro ideas» que habla de sí mismos medio en broma medio en serio. Dentro de las muchas corrientes del judaísmo, dentro del espectro ideológico de la población de Oriente Medio, hay una especialmente recalcitrante: el sionismo. Así, muy resumido, pilla a Goebels y su ideario, quita a la raza aria y pon “pueblo elegido”. Todos los no judíos, somos poco más que ganado. No lo digo yo, lo aplicaba el lechón asqueroso de Ariel Sharon, que fue primer ministro israelí durante mucho tiempo.


Dentro del pueblo palestino estaba la OLP —Organización para la Liberación Palestina—, una amalgama de varias corrientes ideológicas, normalmente de izquierda. Como Israel sigue el libro gordo de la CIA, armaron Hamás —que ha ganado elecciones—, a los que pondríamos en un espectro de extremísima derecha. ¿Por qué Israel monta y apoya Hamás? Para tener una excusa, para dividir al pueblo palestino, para pintarlos como salvajes, la revolución de la edad de piedra y toda esa mierda. Algo parecido a lo sucedido con Chile, con Brasil y sus juntas militares… bueno, con toda Latinoamérica en cuanto amenaza con salirse de debajo de la bota —económicamente hablando.


A lo mejor son las canas que peino, la experiencia, lo que he aprendido… pero lo veo más claro cada vez. Israel ha pisado a fondo el acelerador en su propia versión de la «solución final». Interviene donde le da la gana, forma un pasillo humanitario que bombardea con fósforo blanco. Bombardea hospitales, ataca ambulancias y hace un montón de asquerosidades que no puedo ni nombrar. Netanyahu y sus secuaces están pasándose por el forro toda la legislación vigente sobre guerra y derechos humanos, por cierto, mientras su hijo toma cócteles en una playita paradisiaca. A Milosevic lo pasaron por la quilla por algo parecido, ni en los peores trances de casi todas las guerras que he vivido he oído algo parecido a bombardear hospitales.


Voy a decir una chorrada, pero, si no queda otra que entrar en guerra, hagámoslo lo más honorable posible, si queda algo parecido. Imagina a una campeona de boxeo, o MMA —vale que es injusto comparar un deporte de contacto con una guerra, pero dame un poco de cuartelillo— que ha ganado el título a fuerza de piquetes de ojos, o de puñetazos en las tetas. Imagina aun campeón de un deporte de contacto que ha llegado al oro dando cabezazos o patadas en la entrepierna. Aunque se quite de las normas, aunque se permita, ¿qué honor tiene esa victoria?


Yaveh se esconde entre las rejas, La historia se repite está retumbando mientras tiro líneas compulsivamente.
Cisjordania y Gaza hace décadas que es un gigantesco campo de concentración, una cárcel al aire libre. Es como ver Auschwitz, de nuevo. Pues aún han ido un paso más allá. La ONU es non grata en semejante glorioso estado, la OMS son amiguitos de Hamás según el sionismo y debajo de los hospitales hay bases terroristas. Con dos cojones. Ahora coge al cuñado de turno, a la Espe de turno que diga «hasta demasiado comedido es Israel, deberían haberlo invadido todo», y le dices que Putin bombardea hospitales, usa fósforo blanco, ha declarado non grata a la ONU o está atacando ambulancias o a los de la OMS. ¿A que es una salvajada inhumana?


La guerra es un invento donde mueren jóvenes que no se conocen y no se odian para que no se maten viejos que sí se conocen y sí se odian. Esto no es una guerra. No hay un frente, no hay ejércitos. Hay un montón de gente operada sin anestesia, aterrorizados, asesinados a sangre fría y viendo como se ensañan con sus cadáveres mientras una de las potencias militares más grandes del mundo los borra del mapa. Es asqueroso. Y no quiero participar. Estoy vivo, tengo un cerebro funcionando y sé distinguir un genocidio cuando lo veo. Esto es una barbaridad.

Por darme la satisfacción de verme más como El Drogas, o Fernando Madina en lugar de Churchill, y por haber marcado a una generación con canciones que instruyen, himnos imperecederos:

Reincidentes. Algazara.

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