Empiezo a sonar un poco cansino, pero es que la historia es así. La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Mi primer disco fue uno de versiones, el Garage Inc. De MetallicA, lo que me hizo descubrir a una docena de bandas. Sin embargo, estos mendas fueron de los que me pasaron desapercibido (las canciones molaban, pero sin más)… hasta que vi una camiseta y unas fotos.
Por Teodoro Balmaseda
Dentro del Garage Inc. había un par de paradas: un doble Last Caress / Green hell y el Die, die, die my darling. Sonaba guay, pero a mí me sonaba a metal, a trash… a MetallicA. Es cierto que por ejemplo la batería de Green hell tiene un rollo punk, pero no fui capaz de discernirlo hasta que un buen día leí un artículo sobre las letras de algunas canciones de rock y por qué no las pinchaban en la radio. Misfits no me sonaba de nada, pero oí Last Caress y chasqueé los dedos con cara de perro que ha encontrado una perdiz entre los arbustos.
I got something to say/I killed your baby today/And it doesn’t matter much to me/As long as it’s /dead/Well I got something to say/I raped your mother today/And it doesn’t matter much to me/As long as she spread/Sweet lovely death/I am waiting for your breath / Come sweet death, one last caress.
Como de inglés ando de aquella manera, no había entendido el mensaje amoroso, de paz y tranquilidad con el que nos obsequiaron estos cuatro, y como soy un tarado, ahora la berreo como un mostrenco… hay que tener sentido del humor.
El caso es que curioseando pillé algún disco al azar, tan azaroso como buscar el disco que incluía Die, die, die my Darling (que debió salir previamente en EP o algo así) y me lo cribé despacito.
La imagen, la cultura pop de la que beben son aquellas pelis de monstruos de la Universal, del Frankenstein de Karloff y compañía. En cuanto a la música, una versión más oscura de una especie de punk ramoniano. A toda velocidad y con la misma energía, pero la versión más oscura, con más mala hostia. Vi la camiseta con la falsa sonrisilla en la calavera y a la mala bestia de guitarrista que tenían (han tenido mil cirios y más cambios de formación que el Sistema Solar, pero prensa rosa no cubro) y me enamoré.
Earth A. D., Queen Wasp, el Green Hell original… baterías contundentes, buenos berridos… si Motörhead eran los heavies que hacían rock&roll, Misfits eran los heavies que hacían punk. Bloodfeast era de las más ramonianas, de las más coreables, pero Hellhound es un puente clarísimo a ese estilo mestizo entre el rock y el metal. Devilock… no jodamos que no tiene un rollo a S.A. en Nos vimos en Berlín, con la misma estructura que han empleado y emplean miles de bandas de hardcore, desde Knibal a Escuela de Odio, por poner ejemplos cercanos geográficamente y, después de la tremenda Die, die, die my Darling, We bite es el final perfecto para un disco irrepetible.
Por demostrar fehacientemente que en plena era de la obsolescencia programada todo lo nuevo no tiene por qué ser necesariamente bueno (pon un poquito la radio, que verás que bien) ni todo lo viejo obligatoriamente malo, y por hacer factible aquello de que el hábito no hace al monje pero ayuda (seguramente no hubieran llegado donde están sin la ayuda de las pintas y su colosal presencia): Misfits – Earth A. D. (1983)