Si me llegan a decir hace un mes que hoy iba a estar así, no me lo creo en la vida. Pensaba que esto sería un bulo para vender desinfectantes, o alguna gilipollez por el estilo, pero, o mucho me equivoco, o va a ser uno de esos acontecimientos que va a marcar esta generación. Otra batallita para contar a los nietos. He vivido los casetes, los walkman, los discman, comprar por mensajero cuando era jugarte la pasta a cara o cruz, y llevo casi un mes sin poder salir al fresco. De aquí a los mundiales.
Por Teodoro Balmaseda
El caso es que me ha dado por pensar y me he terminado poniendo moñas. Mis primeros discos fueron el Garage Inc. de MetallicA y el Eurosis de SKA-P. Como me volaron la cabeza, el familiar que me hacía de profesor (mucho antes de las recomendaciones de YouTube, Spotify y todas esas pijerías necesitabas a alguien que te pasara cintas) me pasó dos docenas de cintas con un poco de todo. Entre ellas, una joyita.
Lo malo que tenían algunas de aquellas cintas es que estaban mordidas, mascadas y escupidas mil veces por aquellos cencerros con las pletinas convertidas en astilladoras. Esta concretamente tenía las letras borradas. Sabías que no era una cinta virgen, porque toda la carcasa era blanca y se llegaban a discernir algunas letras, pero me he pasado años sabiéndome las canciones sin tener ni puta idea de quienes eran los M.C.D. Cuando me enteré de lo que significaba, a mis catorce años, o por ahí, y toda la vida en colegio de monjas… A poco me lo tatúo en el pecho.
Trastorno juvenil, es una frustración, violencia por la cara, primera reacción. Ha llegado la hora de no quedarse atrás, o en cualquier momento, de ti se reirán. No más punkis muertos ¡Punkis muertos no! No más punkis muertos ¡Punkis muertos no! No más punkis muertos ¡Punkis muertos no!
Esto no tengo que oírlo ni que buscarlo para transcribirlo. Lo tengo grabado en el cerebro. Las tardes benditas que me he pasado escuchando esto. No soy ningún erudito, ni tengo como objetivo dar lecciones de nada, pero, si los Ramones son el rostro del punk internacional, entre M.C.D. y Eskorbuto se puede decir que son la imagen del punk del norte (entre otros). El punk surgió como una corriente contestataria, que buscaba poner en tela de juicio las circunstancias que les rodeaban. Por supuesto, inmediatamente fueron tomados por locos, después por violentos y al final por basura, por despojos humanos, desperdicios de la sociedad industrializada. Si digo alguna mentira, una peli de 2017, Bomb City. En Estados Unidos, un ciudadano ejemplar de centro con la ayuda de Dios, mató a un punki pasándolo por encima con el coche, y se fue a su casa de rositas porque era un gran activo de la comunidad y porque punk quiere decir desperdicio (en las cárceles se llama punk a los presos violados).
Centrándonos un poco en estos amiguetes, lo cierto es que, a mis ojos, han envejecido de puta madre. La generación que venía delante bramó furiosa Violencia makarra esta noche en el bar, mi generación gritó Pánico en las calles, o sonreímos oyendo desbocarse el bajo Bilbao, mierda, rockanroll, pero ahora vienen chavalillos con cresta —qué no, joder, que todos los de dieciocho para abajo no son descerebrados aspirantes a influencer con el flequillito—, que se ponen como locos voceando M.C.D! o con esa dicción languideciente de 35 millones de borregos.
El punk nació muerto, y no puede morir. Son antisistema, pero su punto de vista sirve, y más en plena oleada de bulo fascistoide, de contrapunto para buscar un sistema no tan caníbal como el capitalismo desbocado —y los grandes resultados que les está dando a Estados Unidos o Reino Unido con el coronavirus—. ¿Es más antisistema decir M.C.D!o afirmar que doscientos mil muertos es un buen resultado para una epidemia porque no puede parar la economía?
Este agosto pasado tuve la inmensa suerte de verlos, y de vez en cuando me escribo con ellos, lo que es un honor enorme. Quién me iba a decir la de gente guay que se puede conocer juntando letras. Por haberle puesto música y letra a una rabia adolescente que no se quita ni a mitad de los treinta: M.C.D. Bilboko Gaztetxean.