Soy tímido. No algo tímido, tímido de cojones. Ese tipo de persona que, si me metes en una sala donde no conozco a nadie, me voy a un rincón y no cruzo palabra ni con Cristo. La primera vez que vi a estos cuatro mendas tocaban con mis coleguis las Suevicha (banda disuelta, pero sus componentes siguen con otros proyectos), y no recuerdo una ful porque estaba completamente absorto pensando en el concierto de las chicas. Por suerte, a medida que he ido cogiendo tablas, he podido conocerlos mejor, e incluso llamarlos amigos.
Por Teodoro Balmaseda
En agosto de 2019 estuve gracias a ellos en Ochánduri en una de las experiencias más bonitas que me ha dado la música. Agotadora, pero preciosa, y estoy muy orgulloso de las líneas que junté al respecto de todo aquello. Parece que no, pero el mundo ha seguido girando, hemos ido manteniendo el contacto… y aquí estamos.
Pepe Rubianes me jodió con una frase: «Ver un partido de fútbol y decir ‘hemos ganado’ es como ver una peli porno y decir ‘hemos follado’». Yo soy de los que dice «hemos ganado», y no puedo evitar sentirme parte de todo esto, aunque no aporte una ful. A finales de este año, Isra, bajista y una de las voces de los Terzero, me pasó el disco que vamos a destripar y me dijo algo de un concierto solidario. Yo lo dejé en el cajón de los quizá, porque a mí los temas solidarios me suelen sonar a promoción gratuita. Es como aquel verano con todo el mundo tirándose un cubo de agua por encima de la cabeza sin donar un chavo ni saber para qué cojones se recaudaban fondos.
Pero no. Tercero en discordia son diferentes. Son ese tipo de gente que te hace sentir en casa. Tengo la sensación de haber ido con ellos al colegio, y los conozco de hace cuatro días. La primera sorpresa del disco me la llevé con Denominación de origen. Una letra armada con los nombres de todas las bandas riojanas que te puedas imaginar. La pena es que la pandemia no dejó —al menos de momento— armar un videoclip chulo con todos los músicos riojanos que te puedas imaginar. Será una pijada, pero ese tipo de cosas me llenan. Sin postureos, genuina humildad.
Otro mundo la escuché en primicia cuando tenía otro título, grabado artesanalmente en el local. En cuanto sonó el primer riff, vi a Tom Morello con Rage Against The Machine en Guerrilla Radio. Me flipa Morello, así que esta es automáticamente de mis favoritas de Terzero en discordia, y además tiene un mensaje oculto, una dedicatoria a alguien que ya no está. Para mis opiniones metafísicas, mirad la historia del 8 con Lo de Boni.
Cuando estábamos locos es un rock de cuatro acordes, un poco de Ramones, con un poco de Platero y las voces con las venas del cuello hinchadas. Terzero en estado puro, con esa variedad en las voces que es su sello de identidad.
Pero lo que nos ha traído hasta aquí es la segunda canción. Otro mundo. Mucho timbal, un punteo cíclico y una letra descarnada que habla, mal resumido, de la salud mental. De aquí que hayan ideado un concierto en favor del Teléfono de la Esperanza.
Vivimos en un mundo profundamente infeliz, formando parte de países profundamente arruinados. Elige un país del «mundo libre». Saca el PIB. Hay perritas, ¿no? Quita las cien primeras fortunas y vuelve a sacar el PIB. ¿Hambrunas dices? Somos un 75% más productivos que en los años cincuenta y estamos más arruinados que nunca. Es probable que la próxima generación no sólo no tenga nunca un piso a su nombre y sufra para alquilar, sino que nunca estrenen un coche.
El otro día lo oí. La gran victoria del eje derechón Reagan-Tatcher fue inculcar la idea del fin de la historia. El capitalismo es una mierda, pero no hay más. después del capitalismo, es el fin de los tiempos, no hay alternativas. Eso nos ha ido sumiendo en una distopía donde navegamos ahora. Es un universo kafkiano, donde todo es inmediato, con una especie de ágora virtual de la que depende nuestra felicidad en función de la aceptación social, que, al tener un Feedback inmediato, fluctúa como la bolsa de un país a punto de hundirse.
La causa número uno de muerte entre jóvenes es el suicidio. Están en un mundo que no los quiere porque no son capital humano, donde tienen muy poquitas alternativas de ocio más allá de la pantallita y que los está preparando para un mundo donde you’re gonna have nothing, and you’re gonna love it (no vas a tener nada, y te va a encantar). Entre los mayores la situación no es mejor. Entre las residencias donde les zurran la badana y los innumerables casos de depresión por estar solos los siete días de la semana, la única diferencia es que a los médicos no les suelen doler prendas a la hora de recetar atontadol. Las estadísticas de consumo de antidepresivos y somníferos en algunos países que se suponen civilizados son apabullantes.
Tienes derecho a una vivienda, pero es que es un bien de consumo. La reclamas al maestro armero y a malvivir. Tienes derecho a un trabajo. Mil euros pelados por cuarenta horas a la semana —sin entrar en ofertas dignas del mejor de los Amancios—, cuando te exigen ganar tres veces un alquiler de seiscientos o setecientos pavos en cualquier ciudad de medio pelo. ¿En serio nos vamos a echar las manos a la cabeza cuando Teléfono de la Esperanza dé las estadísticas de a cuánta gente asisten al año y los motivos?
«La revolución será feliz», decía el mismo filosofo donde oí estas estadísticas. Cierto que no va a ser fácil, cierto que vienen tiempos convulsos —y cuándo cojones no—, y cierto que somos una economía débil, sin industria, en medio de un estanque lleno de tiburones, pero las grandes revoluciones han empezado con detalles, con pijadas, y el hecho de que el planeta esté llegando al máximo rendimiento va a hacer que esta rueda frene, por las buenas o por las malas. Quién sabe si esto no va a ser el acicate de un cambio en el equilibrio de las cosas.
Así que el próximo sábado, 14 de mayo, en la sala Gonzalo de Berceo, estaré allí. Orgulloso de estos cuatro cortijanos que honran la palabra «músico» y la palabra «riojano» y con la esperanza de que el año que viene las estadísticas den un vuelco positivo. Si no puedes estar, pero te interesa la causa, tienes fila 0 y puedes donar sin más.
Por dignificar una profesión que parece que se extingue entre bases prefabricadas y Auto-Tune a mansalva y por alejarse del tópico del músico egocéntrico:
Terzero en discordia. Inaudito mundo Vol. I.