Increíble, pero cierto. Vigesimoprimera entrega con mi bro Santi y aún no he hablado de mi primera vez. La primera vez es algo especial para cualquiera, lo que diferencia a los super machos de los chicos… pero yo me refiero a mi primer concierto.
Por Teodoro Balmaseda
Serían mediados de agosto en Bañares, con un cartel que el paso del tiempo me ha mostrado lo importante que son: Red Wine, La Polla Records y Barricada. Red Wine eran un pasote, orgullo riojano, vale, pero es que… vaya bajo (de seis cuerdas y tocando con los dedos, era como ver a Miles Davis, o lo más cercano a Cliff Burton que voy a estar), vaya guitarras, y vaya voceras. La Polla… pues reconozco que me cagué y me piré para atrás, porque menudo fiestón y vaya festival de lapos y de pogo —vale, ahora no pega tanto, pero aquel día aquello parecía una batalla—. Y por fin los Barri. Salieron al escenario a la carrera, se puso Boni delante del micro y balbuceó algo a toda hostia. Sólo entendí “Bañares” y “Acción directa”. Joder, hasta le di la mano al Drogas después del concierto, y me volví sonriendo como si hubiera visto a Cristo.
Es curiosa la percepción. Como yo entraba en una siguiente generación, no tenía ni puta idea de quiénes eran los Barricada, y era de los que oían: “hoy viene el Drogas, recién salido de la cárcel”, y me lo creía —el tiempo ha querido, por desgracia, que chavalillos de hoy en día puedan a adorar a raperos exiliados, o que lo puedan decir de titiriteros, de Strawberry, o de alguno que se ha cagado en toda la corte celestial.
Barricada, allí por el 2000, venían de vuelta de casi todo, con catorce discos a las espaldas, cien mil conciertos dados y miles de horas de música, en el local, en el estudio y en directo, pero, a mis ojos estaban recién formados. Ese guitarreo mascullante de Acción directa, me impactó tanto que lo estoy tarareando mientras tecleo esto.Víctima. Cómo gritaba el Drogas aquella noche No calienta igual / el sol bajo nuestros pies. Hasta entonces me gustaban, pero en ese momento me enamoré de ellos —y no por guapos—. De una en otra dirección fue una de las primeras canciones de caballo desbocado que escuché, y ha sido el filtro por los que he pasado cualquier canción de ritmo galopante que he escuchado desde entonces. Sin poderlo controlar, hoy será un día muy largo… ingredientes claros, batería desbocada, guitarreo, y coros a gritos, con cambios constantes de vocalista a corista entre Boni y don Enrique.
Guardaba este disco un pequeño tesoro que me inspiró un libro: El torniquete. Tenía la novela terminada y no encontraba título —llevaba desde la primera página como El nuevo—, y, justo cuando pensaba que le iba a poner la primera mierda que se me pasara por la cabeza, llega el Boni y suelta: Saca fuerzas de flaqueza en medio de un momento que, analizado con perspectiva, sonaba a Beautifulpeople, de Marilyn Manson.
Acción directa no tiene valor sólo como disco en sí, sino que me abrió las puertas al Barrio conflictivo, al salud y Rocanrol (tenía una camiseta azul de ese disco que padeció mis sudadas durante más de diez años, hasta que se desguazó ella solita) …Balas blancas, en blanco y negro… hasta mis coleguis de la Huella, cuando cantan quiero ser más rápido que ellos… hacen que hasta los abuelos berreen. Han conseguido que, hasta un riojano, y del Logroñés hasta las entretelas, sea un poquito de la Chantrea. Por no hablar de la evolución del Drogas como letrista, que me ha hecho descubrir cosas que ideológicamente me encajan, aunque me han hecho rabiar, como las Trece rosas en Pétalos, de las que no tenía ni idea, o como la Fuga del Fuerte de San Cristóbal, que sí que conocía, pero ellos le dieron la banda sonora, lo hicieron accesible para las masas, y sirvieron de altavoz.
Por ser la llave que me abrió las puertas a una de las bandas más grandes de todos los tiempos, lo suficientemente grandes como para que corran el riesgo de ser devorados por sus propios personajes públicos y por, en resumidas cuentas, demostrarme que el rock iba a ser lo mío a la larga: Barricada, Acción directa.