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Historias de Rock con el 8: The Archer

Suenan tambores de guerra en la vieja Europa, y ni siquiera estoy cabreado. Tengo una sonrisa irónica, llena de amargura, y miro de reojo al mejor amigo que tengo en todo Aragón, Santi  Pekeño Ternasko.

Los dos sabemos que voy a soltar un montón de mierda y que me acabarán empapelando los Abogados Cristianos, pero tiene una parte buena, seré el más punki de toda la banda… ¡desde Samper de Calanda!

Por Teodoro Balmaseda

The Archer, con ese poso a David Bowie —parecen a punto de llamar a Major Tom—, es la banda sonora perfecta. Muchas veces, cuando hablamos de temas políticos, sociales… termino reaccionando emocionalmente, encabronándome sin remedio, pero hoy no… de momento.

También es cierto que las redes sociales se han convertido en un pozo de odio, lleno de perfiles falsos cabeza de meme. Te lo resumo: «¿comen jamón?»; «el comunismo mató a más de mil millones de personas»; «para eso no somos tan feministas, ¿no?»; «eso son anomalías, nunca serán mujeres» … claro, uno trata de mantener la calma, pero es razonar con un muro de hormigón, así que suelo terminar mandando a giñar o con una frase que empiece por «mecagüen…» (en riojano se dice así, en una sola palabra).


I had a dream, tiene un rollo Bowie-The Cure muy molón. Ver la portada es como mirar al cielo en una noche de primavera, donde un eclipse parece anunciar un evento especial, algo especial cuya aparición es inminente. Vale, la analogía está pillada por los pelos, pero si no me das un poco de cuartelillo no es tan divertido.


Chicken Little, Mr. Tap n’ Goy ese medio tempo casi blues me traen de vuelta al tema. Tenemos ese nombre con letras de oro en la historia de la economía: Elon Musk, aconsejando a don Risketo. Este idiota hizo la peor maniobra económica de la historia: compró Twitter, le cambió el nombre, pero todo el mundo lo sigue llamando Twitter, perdió más dinero que Alemania en la Segunda Guerra Mundial (y la cifra sigue creciendo cada día), ha conseguido que Tesla caiga como el lapo de un niño asomado a un puente de la circunvalación y la culpa la tiene… el comunismo. Exacto. Es tan guapo, tan listo y tan especial, que la izquierda lo odia. Él, con sus catorce hijos de media docena de mujeres diferentes, defiende la familia tradicional, cuando les pone por nombre una fórmula matemática —o al del registro le ha entrado un virus en el ordenador—, cuya fortuna sale de la herencia, lo primero que va a hacer es desheredar a sus hijos, para que sepan cómo se empieza desde abajo. Este pollo es el listo, es el consejero del eje del bien.


Barstow suena un poco a The Doors, al The end… joder, huele al río de Apocalipsis now, como si fuéramos buscando a Marlon Brando. Hablando de pirados que se creen dioses: don Risketo. Con un complejo a causa de su físico que se lo come por los pies y un conocimiento exquisito del tráfico de influencias, va de tiburón financiero cuando ha dejado más arruinados que muertos el Covid (ha quebrado por lo menos cuatro veces). Se lía a poner aranceles a granel, saca los porcentajes tirando un dado y penaliza un islote deshabitado cerca del polo sur.


Sugar y su guitarrita me sigue dejando esa sonrisa irónica. Es que te tienes que reír. Dos idiotas a los mandos. A ver, que no son ellos. Tienen gente detrás que está encantada, hay una maquinaria tirando odio (este idiota dijo que los inmigrantes se comían a los perros y los gatos… y aun así ganó, y lo votaban latinos) … el caso es que el cerdo de Kissinger (gracias a Satán, que por fin se lo llevó) decía: «sólo hay una cosa más peligrosa que ser enemigo de Estados Unidos: ser su aliado», y este par de capullos lo confirman. ¿Países más afectados por sus aranceles? Sus aliados.


Powder many, It all comes back to you me llevan a Europa. Has hecho un pacto con Nelson Muntz para que no te zurre y te quite el bocata, pero, como ha venido otro niño que pega más fuerte que Nelson, resulta que va a quitarte el bocata, el dinero y las zapas. ¡Ja – ja!  Me encanta el liberalismo. Me toco por las noches pensando en el «mercado libre», en la «cultura del esfuerzo» y en «los impuestos son un robo». La UE, con la cerda de Von der Leyen —la bastarda que, con más de setenta, dijo que los ancianos europeos vivían demasiado y había que buscar una solución ya— a la cabeza, ante tamaña agresión, ¿qué ha hecho? ¿Mandarlo a cagar? ¿Devolverle los aranceles? Pues no, ponerse de perfil y meter la cabeza en un tiesto, a ver si pasa la marejada sin que les pille.
Pero no se vayan todavía, que aún hay más. La UE se ha integrado sistemáticamente a los planes de la OTAN, anexando países y militarizando sin control cada puta frontera, hasta que la cosa se ha puesto candente. Rusia no ha dado un paso hacia occidente desde que la bandera de la URSS ondeó en el Reichstag (que no se nos olvide: no nos miramos los antecedentes arios en el libro de familia gracias al Ejército Rojo).


Bible head y su rollito reggae enuncian la situación: hay que rearmarse. ¿Cuál es el enemigo? No lo sabemos. ¿Por qué nos atacarían? No estamos seguros. ¿De qué nos defendemos? No lo hemos decidido. ¿De dónde vamos a recortar para rearmarnos? ¡Eso sí que lo sabemos! Y de que la Iglesia pague el IBI ya te digo yo que no va a salir. ¿A quién le vamos a comprar las armas? A don Risketo, obviamente. Eso sí, es para defender la libertad. Dice Volkswagen que no le importaría hacer carros de combate. Claro, no venden un puto coche… queremos libre mercado mientras no tenemos competencia. En el momento que nos quedamos atrás, rompemos la baraja. Es que, además, tanto el concepto de rearme, como los kit de 72 horas, como esos alistamientos de la gente entre 19 y 25 años, son conceptos absurdos desde la base. Se plantea una guerra como si fuera la Primera Guerra Mundial, ignorando el mayor legado de la guerra fría: la destrucción mutua asegurada, y el desarrollo tecnológico. Si hubiera de verdad una guerra total, no va a tener soldados en un frente, será bacteriológica, nuclear, o se empleará por primera vez ese armamento que es capaz de volar el manto de la Tierra con la cuarta parte de la atmósfera (para que te hagas una idea, imagina el planeta como una manzana con el mordisco de Mick Jagger).


Pues voy a quedarme con Muhammad Ali. No pienso ir a sepa Dios dónde, defendiendo a un jefe de estado que no he votado —ni creo que vaya a votar este año— a matar a un pobre desgraciado como yo cuando en mi propia casa no puedo vivir solo porque si pago el alquiler no como, y si como, no pago la luz. El que quiera su kit de 72 horas, atesorar papel del culo, o montar un búnker antinuclear en el patio de vecinos, que haga el idiota lo que quiera. Yo casi que prefiero que me fusilen en la oficina de reclutamiento.

Por poner banda sonora a ese momento de enfado más allá del enfado, donde la rabia ha dado paso a ese «si es que te tienes que reír»:

Masters of Reality. – The Archer.

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