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Historias de Rock con el 8: Saliva-Survival of the Sickest

Ando en plena redacción de una novela, y el mes pasado, poco después de nuestra entrega mensual, me comunicaron mi primera victoria en un certamen literario. Pese a todo, tengo momentos de abstracción mental. Normalmente sólo me devuelve el cerebro a su sitio, me ajusta la percepción, pero de vez en cuando, me viene una idea inspiradora. Vamos a ponernos un poco victimistas: el rock no es un estilo mayoritario, y las bandas lo tienen muy difícil a la hora de encontrar una respuesta masiva a sus trabajos. ¿Por qué no buscar a otros sectores de la cultura o el deporte y colaborar?

Por Teodoro Balmaseda

Ejemplo vitaminado: en Estados Unidos siempre han tenido muy marcado el sentido del espectáculo, de la épica… de ahí que el wrestling (sí, eso de Hulk Hogan y el Enterrador) sea un negocio exportador, con empresas que cotizan en bolsa, cuando en Europa en general son pequeñas empresas independientes que a duras penas sobreviven. WWE —la empresa de wrestling más grande del mundo—, siempre enarbolando esa filosofía de cambiaría todo lo que tengo por un poco más (Montgomery Burns, Los Simpson), aprendió que una pequeña inversión en fuegos artificiales y buena música era un gran incremento en la entrada y las ventas de PPV. Como contrapunto, hubo un montón de bandas más o menos underground que tuvieron una exposición a nivel mundial, y hoy nos ocupamos de una de ellas.

La parada del mes: Saliva. Survival of the sickest. 2004.

Por aquel entonces estuve una temporada con problemas de sueño. No era un mero insomnio, era un desajuste. Lo mismo me dormía a última hora de la tarde que me pasaba la noche en vela y, en una de mis incursiones nocturnas al televisor, vi un programa de wrestling, por aquel entonces en cuatro. No fui seguidor en los noventa, así que la voz de Héctor del Mar me pilló de nuevas… y me encantó, más que entrañable.

En un momento dado salió una mole de músculos con unos cuantos tatuajes (ahora son bastantes más) que parecía ametrallar a todo el mundo sincronizado con la pirotecnia y don Héctor comenzó a bramar: Batista, Batista, como te queremos, Batista, más Batista que nunca. Llevo años plagiándole el chascarrillo. Mientras aquel coloso se acercaba amenazante al ring, sonaban unos guitarrazos y unas voces chulísimas, así que investigué. Saliva, banda americana. Llevaban unos cuantos trabajos a las espaldas y muchos kilómetros en las botas, y la progresión en el alcance había sufrido un incremento abismal. Pillé su último disco de entonces y aluciné.

También es cierto que venían bajo toda esa oleada del nu metal, del rock alternativo, rap metal, etc. y eso sin lugar a dudas les había influido en el estilo. También es verdad que yo estaba muy chocho con toda esa vorágine, así que fue amor a primera vista.

Rock and roll revolution era la primera descarga. Guitarras muy crudas, la voz al límite del gruñido, y la batería que ponía las cervicales en jaque. Bait&Switch era la gran joya del disco. Un riff poderoso, back in theday I dedicatedmylifetobecoming a bigrock&rollstary un golpe de garganta que ponía a saltar a un muerto. Un medio tempo con las guitarras afiladas y una letra ácida con ese arquetipo de sexo, drogas y rock and roll que siempre ha perseguido a los músicos (por lo menos los que me molan). Onenightonlyera el paradigma del sonido de la banda: ese charles abierto, poderoso, entre bombo y caja, y las guitarras y el bajo oscuros por debajo de coros inmisericordes. La que le daba nombre al disco fue la que se llevó el videoclip y puso ese rock de un Camaro desbocado por la autovía.  La joya oculta del disco era Fuckally’all, un berrido rabioso lleno de distorsión. Y podría recitar el disco entero, silbando mientras tecleo.

Y pensar que si no llega a ser por una mole musculosa en calzoncillos berreando como un loco (ahora es un guardián de la galaxia, y no tengo cojones a decírselo a la cara, para qué engañarnos). Seguro que no tiene sentido, y la confederación mundial de músicos podría redactar un ensayo de quinientas páginas desgranando los motivos por los que acabo de decir una gilipollez, pero, si yo tuviera una banda, buscaría aliados. Hay cientos de gimnasios que preparan toda clase de artes marciales, de lucha, de boxeo, de wrestling… un luchador, una boxeadora, un quinceañero que sueña con ser el próximo Batista… van a flipar cuando te vean entrar allí a verlos entrenar para inspirarte. De camino al ring empezará a sonar tu canción, y el atleta en cuestión se va a ver un paso más cerca de su objetivo. A lo mejor tu motivación es el detonante. Pongo un ejemplo: un sevillano, Enrique Marín “Wassabi”, fichó por UFC (la empresa de artes marciales mixtas más grande del mundo) e hizo un papel más que digno. Pues Toteking le hizo el tema de entrada. Simbiosis total. Vale que tu boxeador a lo mejor no llega a ser Tyson, pero a lo mejor tú tampoco eres Jimi Hendrix. Vamos a pensar en construir y colaborar.

Por demostrar que para una banda es tan importante hacer buen material como promocionarlo y buscar su ventana al mundo: Saliva. Survival of the sickest.

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